Hay personas que temen, por supuesto, las consecuencias que puede traer el desarrollo de las nuevas tecnologías. Conscientes de la envergadura del caso, los especialistas de robótica colaborativa prefieren adoptar una actitud pragmática hacia las normas que regulan el sector, como la ISO TS 15066 o ISO 10208-1.
La seguridad de los usuarios y la credibilidad pública son dos aspectos a tener en cuenta y que enmarcan una robótica tradicionalista, pero estas reglas no siempre se adaptan a las nuevas utilidades de un robot. Es necesario que se establezcan estándares adaptados a los robots colaborativos cuanto antes, con el fin de controlar su desarrollo sin ralentizarlo.
Porque el hombre siempre ha usado la tecnología para lograr sus fines, para mejorar su existencia o simplemente para expresarse artísticamente. No debemos rechazar la tecnología robótica por el simple hecho de prevenir, sino que debemos aceptarla y desarrollarla. El futuro será de los cobots y esta oportunidad es demasiado buena como para desperdiciarla.