Para muchos, la idea de automatizar todos los procesos productivos en las fábricas y en las líneas, llegando al extremo de dejar que la robótica asuma incluso roles en la industria de servicios y en las vidas personales de los humanos, parece un sueño.
Pero la práctica muestra que esto todavía no es viable para la tecnología actual disponible. Incluso contando con asistentes virtuales, máquinas automatizadas, aplicaciones inteligentes, Big Data y todas las demás herramientas de vanguardia, no podemos dejar de hacer todo para sentarnos a la sombra y dejar que solo las máquinas trabajen.
Mientras muchos se aferraban a la ya superada Ley de Moore, que decía que el número de transistores de rendimiento en un microchip de computadora se duplicaría cada 2 años, otros notaron que el costo del hardware cayó en un 50% cada 18 meses como forma de compensar las exigencias de la computación cada vez más potente.
Pero otros factores continúan impulsando la robótica, como el hecho de que hoy es posible hacer más por watt que antes. Y esto potencia sistemas de visión, IA y Big Data, dándole a los robots mucho margen para crecer.
Además de eso, un estudio de PwCmuestra que hasta el 30% de las funciones laborales podrían ser automatizadas hacia mediados de la década de 2030.
Esto no significa que todos estos puestos serán ocupados por robots, solo que será posible para muchas fábricas adoptar otros modelos productivos para diferenciarse y enfrentar desafíos propios.
Algunas estarán más automatizadas y otras menos, generando diferentes grados de madurez con la robótica debido a las diferentes presiones productivas.
Cuanto más las industrias presionen por cambios y actualizaciones en sus procesos, más novedades surgirán y serán aplicadas en las líneas.
Las tecnologías disruptivas pueden ser caras para aplicar en un primer momento, pero cuando la demanda aumenta, se vuelven más accesibles para los actores del mercado.