La soldadura es más que unir piezas de metal. Es a la vez técnico y creativo, y requiere un ojo humano entrenado y una destreza manual impresionante para las soldaduras metálicas más complejas.
Se necesitan varios años para dominar el arte de la soldadura y adquirir la experiencia suficiente para ganarse la confianza y el elogio de empresas y colegas expertos. Con la creatividad y la pasión que constituye, la soldadura es digna de llamarse una forma de arte.
Sin embargo, no está exento de desafíos. El trabajo en sí es peligroso por naturaleza y requiere que los soldadores estén cerca de temperaturas extremadamente altas, materiales fundidos y humos de soldadura.
El trabajo también puede ser repetitivo, involucrando soldaduras largas y simples o cientos de soldaduras idénticas. Quizás, como era de esperar, hay menos jóvenes que se dedican a la soldadura y desarrollan estas habilidades. Al igual que otros oficios, la profesión adolece de un problema de imagen y la habilidad involucrada no es muy apreciada.
Esto está provocando una escasez de habilidades y, a medida que la mano de obra de soldadura envejecida se jubila, se vuelve más difícil satisfacer la creciente demanda de soldadura.
¿Dónde encajan los soldadores en la economía moderna? Son una parte fundamental de muchas industrias.
Esto incluye la industria pesada y la fabricación de metales, la fabricación de electrodomésticos, la energía, la infraestructura, la calefacción, la ventilación y el aire acondicionado (HVAC) y la construcción.
La escasez de soldadores podría incluso amenazar la implementación de importantes proyectos de infraestructura, como la instalación de nuevas tuberías para la calefacción urbana o la construcción de molinos de viento.
Pero ¿y si los soldadores pudieran encontrar mejores herramientas para hacer que las condiciones y la carga de trabajo del trabajo fueran más satisfactorias? Aquí es donde entran los robots.